Me acuerdo de aquella canción del grupo de punk rock Piperrak, que decía: “si te gusta el punk vomita en las esquinas, si te gusta el punk vive la anarquía”. Letras como esta fueron los primeros acercamientos a la palabra “Anarquía” para muchos jóvenes. 14 años de edad, todo un mundo que descubrir y mucha rabia. Esas voces que cantan contra lo establecido, esas guitarras con ritmos rápidos, estética oscura, como de guerra o combate eran atractivos para nosotros. Rápido nos atrapó esa música y ese ambiente. El mundo no nos entendía, o eso era por lo menos lo que creíamos con la chupa de cuero, dibujos de calaveras, cresta… Enfadado, observabas con impotencia que aunque tú luchabas por unas ideas o una sociedad más justa, la gente te veía como una persona que en vez de buscar el bienestar colectivo perseguía el caos y la destrucción, un ser peligroso que en cualquier momento podía atacarles.
-Ahí va el anarquista
El objetivo de este texto no es menospreciar o descalificar al movimiento punk, skin o cualquier otro movimiento underground, sino hacer una reflexión sobre la mezcla de conceptos y analizar el resultado que esto ha causado en el movimiento libertario. Para muchos de nosotros la “A” fue una consigna que empezamos a ver en la vestimenta y CD del movimiento punk al cual nos acercamos y de esa forma acabamos interesándonos sobre el significado real que tenía aquella “A” circular.
¿Si no fuese por los grupos de punk nunca hubiésemos llegado a plantearnos ciertas cosas? ¿Han influenciado para que acabásemos militando en el movimiento anarquista? ¿Así se acercaron muchos jóvenes al mundo libertario? O tal vez muchos nunca entendieron el verdadero significado de la anarquía…
Muchos nos hicimos con cierta estética, porque veíamos que compañeros o amigos mayores o del mismo “rollo” también la llevaban. Qué fácil era autocomplacerse asumiendo que el mundo no nos entendía, qué equivocados estaban todos… Sentíamos una gran necesidad de explicarle a la gente que nuestras pintas de “malo” no eran tales, sino que el capitalismo nos había tachado como malvados y que teníamos que darle la vuelta a este concepto. Según nosotros, nuestra estética era contestataria, una manera de mostrar rechazo al sistema, nuestra propia manera de vestir fuera de las modas. Pero, desgraciadamente, la ropa o la estética no es revolucionaria ni una herramienta de lucha. Esta creencia errónea que arrastramos desde los años sesenta hizo entender a las nuevas generaciones que un look diferente era algo rompedor, algo que cambiaba las cosas, pero nunca ha sido así, no dejó de ser simple ropa (moda). El poder, a sabiendas de la ineficacia de estas tendencias, no tardaría en colaborar, difundiendo el mensaje a la juventud de que la estética era contestataria, cuando en realidad solo era una cuestión de identidad personal. El poder sabía que de esta manera tendría muchísimas más posibilidades de evitar una gran revuelta social. Hoy, sesenta años después, podemos ver cómo seguimos envueltos en peleas identitarias que nos alejan de una verdadera lucha colectiva.
La prensa enemiga a nuestras ideas siempre ha trabajado para que la población piense que los anarquistas somos unos locos que buscan el caos, unos degenerados que lo romperían todo, o en el mejor de los casos unos ilusos con ideas bonitas, pero imposibles de llevar a la práctica. Ante todo esto, hacerle el juego al capital con ciertas estéticas oscuras o pintas extravagantes es muy peligroso y acaba reafirmando en el subconsciente colectivo lo que la prensa burguesa dice. Yo mismo, de niño, al ver calaveras, pinchos… me hacía una idea de que los que portaban esta estética eran “malos”. Ciertas tendencias, actitudes y estéticas hacen más daño que favor al anarquismo. Aún centrados en el punk en este texto, también se podría aplicar la misma lógica a los skins, raveros o cualquier otro movimiento.
Muchos grupos de música punk, llevando simbología anarquista han hecho ver a quien escucha sus letras que son libertarios. Nada más lejos de la realidad. Sí hay grupos de música punk libertarios que tocan para la difusión del anarquismo, pero la mayoría de los grupos conocidos e influyentes no hacen más que mezclar conceptos. Es decir, un mensaje lanzado por gente no politizada dirigiéndose a personas aún menos politizadas o entradas en materia, un mensaje incompleto e incluso erróneo pero que muchos de sus seguidores dan por acertado. Ciertas bandas le han puesto y le siguen poniendo voz a nuestro movimiento sin conocer ni siquiera los principios básicos. Los seguidores identifican como anarquistas a estos músicos que entre otras cosas hacen alarde de grandes excesos y consumo de drogas.
El punk empezó a usar la “A” como símbolo provocativo contra lo establecido, queriendo de esa manera mostrar su rechazo al sistema. Algunos se hacían con las consignas anarquistas sin entender su significado y otros, conscientes de la importancia que había tenido dicho movimiento años atrás, ya con mucha menor influencia a finales de los setenta. Un símbolo de lo que pudo ser, pero no fue. Los punks volvían a cargar contra el poder con la amenaza anarquista. El concepto “Anarquista” cada vez iba cobrando un significado más amplio y distorsionado, se hizo sinónimo de una libertad mal entendida, en muchos casos desde la irresponsabilidad y el egoísmo burgués. Una denominación con la cual se identificaron muchos jóvenes que aún llenos de rabia y con ganas de destruirlo todo (muchas veces sin sentido), ignoraban y rompían completamente con la línea del anarquismo organizado. A los ojos de terceros, los anarquistas ya no serían los seguidores de las ideas de Kropotkin u otros pensadores, sino que serían esos jóvenes con vestimenta oscura de cuero y cresta que idolatraban a Sid Vicious o personajes similares (Anarchy in te UK). El anarquismo clásico y estos nuevos movimientos contraculturales o alternativos (como se llamaban) no tardarían en mezclarse en los espacios y así surgió la rara fusión que hoy en día vive el movimiento libertario. Desde nuestra forma de ver, un grave error que el anarquismo ha pagado muy caro.
El movimiento anarquista no puede ir ligado a un movimiento que habla de la autodestrucción, que hace apología de las drogas o de la violencia gratuita. Unas letras que mezclan demasiadas ideas y conceptos. Por supuesto que hay grupos de punk rock, hardcore, oi!... anarquistas que apuestan por todo lo contrario y han intentado expandir las ideas libertarias a través de su música. No les quitamos mérito ni nos parece mal, pero creemos que no han conseguido salir del gueto y que sus conciertos han continuado siendo un lugar de desfase y no un lugar de reflexión o aprendizaje.
Hay muchos nombres de las bandas punk que usan la “A” circular, pero sus letras no tienen mucho que ver con el ideal que defiende el anarquismo, incluso algunas estarían en lo opuesto, por no hablar de los propios nombres, en muchos casos groseros o asquerosos, marcando una gran influencia punk pero ninguna con el anarquismo. El uso de nombres obscenos es para llamar la atención y crear en el espectador una curiosidad. No obstante, esto es un juego del punk, una manera de entretenimiento o protesta, pero las organizaciones anarquistas no llegaron a donde llegaron de la mano de grupos obscenos y en muchos casos malhablados. Viéndolo desde fuera, se da la imagen de que el anarquismo es el caos, gritar en conciertos, beber alcohol, consumir drogas y dejarlo todo sucio. En el público nos encontramos lo mismo, gente que no diferencia el respeto, el apoyo mutuo, la solidaridad, con romper botellas y escupir. Hay que diferenciar la idea de responsabilidad a la de irresponsabilidad y autodestrucción. Hay quien lucha porque cree que esta todo por ganar y hay quien decide tomar ciertas actitudes por moda o porque pertenece a una tribu urbana que cree que está todo perdido y no hay solución. Nosotros luchamos por el futuro, por construirlo, creemos en el ser humano, su educación y su regeneración. No vamos diciendo que odiamos al humano, que no hay nada que hacer, que somos todos malos, una lacra… estas palabras son antagónicas a un movimiento que se basa en la creencia de que se puede transformar la sociedad.
La población, la gente de a pie, busca la paz, el bienestar, rechazan el caos y las conductas antisociales, por esa razón no se acercan a movimientos con cierta imagen. Deberíamos aprender de los políticos, ellos visten bien, tienen una imagen limpia y clara, lo contrario a lo que arrastra en muchos casos el anarquismo. La gente confía en ellos porque la imagen es un factor fundamental. No podemos quedarnos diciéndonos a nosotros mismos que si no se acercan es porque no quieren. Quedarnos en ese discurso que dice que la gente no se une a nuestro movimiento porque está adormecida con tanta propaganda y telebasura, que tienen lavado el cerebro, es muy fácil. Hay que desguetificar el movimiento, entender que una estética negra, locales oscuros y cierta música nos pueden gustar a algunos, pero no es lo que le gusta a la mayoría o a muchos de los que queremos atraer. Cuántos eventos acabados en música fuerte, conciertos de gritos, que lo vuelvo a decir, que aunque a algunos nos guste, no significa que a la mayoría le agrade. Muchas veces solo hay que ver las caras de muchos que cuando empieza el concierto escapan.
El anarquismo no tiene una estética, ni un estilo de música definido que lo representa. Este tipo de ideas y practicas hacen que al movimiento se acerque gente con unos intereses más culturales o musicales que políticos, gente que busca un grupo de amigos, ver conciertos, pasarlo bien, emborracharse, drogarse… pero eso no es actividad política, por mucho que algunos se empeñen en decir que todo ese ambiente está politizado. Crear ambientes de ruido, alcohol, droga… lleva a la despolitización del movimiento. Muchos de los que sin gran conocimiento se acercan al anarquismo se encuentran una escena que no les interesa y se alejan, estamos espantando gente. ¿Por qué nos parece raro que se acerque al espacio un señor o una señora normal, vestidos normales o incluso con una estética clásica? ¿Acaso no son parte del pueblo que hay que convencer? ¿Qué queremos, ir todos con estética oscura y tener parecidos gustos musicales? Habrá que ir bajándose de la nube y viendo que la mayor parte de la población a la cual queremos dirigirnos no vienen de ese submundo.
El punk pudo ser contestatario en los 70 o los 80, pero hoy en día, medio siglo después, podemos ver que tal movimiento no sirvió para transformar la sociedad y la realidad social de los trabajadores. El punk era obsceno, ruidoso, una manera de enseñarle al mundo su basura. Lo que hay que entender es que el sistema lo tiene completamente absorbido y lo poco contestatario que pudo ser hace cuatro o cinco décadas ya no lo es. Pretender ser obscenos, ruidosos, llamar la atención, “romper lo establecido” … se ha convertido en una moda más que puede entretener a muchos, pero no deja de ser una pataleta, no es una alternativa política como la que pretende llevar adelante el movimiento anarquista. Aparte, ciertas actitudes o maneras de funcionar pueden no ser agradables para muchos.
En estos tiempos de despolitización masiva, donde las nuevas generaciones cada vez vienen con una mayor implantación del sistema capitalista, nos toca trabajar con pies de plomo para llegar a ellos. Muchos jóvenes de hoy en día creen que acudir a un concierto o frecuentar ciertos ambientes es militancia política. Las nuevas modas underground que está viviendo la juventud están mezclando muchísimos conceptos otra vez. Mezcla de ideologías, lucha de clases, personajes históricos, pandillerismo, apología de las drogas y fomentar conductas antisociales alejan a los seguidores de estas bandas de nuestra lucha, o por lo menos siguen distorsionando nuestro mensaje. Nuestra lucha no es una lucha contra el mundo, es una lucha por el mundo, no es una lucha antisocial, es todo lo contrario, una lucha social, positiva y que quiere abarcar a todos. Entonces, ¿cómo se interesan y se introducen los jóvenes en nuestro movimiento? ¿Se hacen una idea equivocada? Lo que está claro es que muchos de los que llegan al ámbito libertario llegan con poca información o información errónea.
Tampoco nos podemos olvidar del cine, de ciertas series y el daño que estas hacen. La serie norteamericana “Sons of Anarchy” (Hijos de la Anarquía) utilizó otra vez la palabra anarquía para referirse a lo peor de la sociedad, una serie que trata sobre una banda de moteros que se dedican al tráfico de drogas, armas… Nos ha tocado ver “compañeros” con camisetas de esta serie. ¿Desde cuándo defendemos los anarquistas las prácticas llevadas a cabo por los personajes de esta serie? Aparte del daño que nos hace Hollywood manchando el nombre de nuestra ideología, les hacemos el juego llevando sus camisetas. Luego iremos diciendo que la gente no se une al movimiento. Quien lleva esa camiseta no ha entiendo absolutamente nada. Hay que apartarse por completo del macarreo y de las pintas de malotes, para que los que se acercan influenciados por las malas ideas que venden acerca de nosotros no encuentren sito en nuestros espacios.
No somos incomprendidos sociales, rebeldes sin causa o una moda juvenil, tampoco un club social ni un grupo de amigos. Damos nosotros los motivos para que la gente mezcle conceptos y no nos tomen en serio. Lo hacemos mejor que la prensa burguesa a la que se refería Luigi Fabbri hace más de cien años.
Uno de Mayo, después de la manifestación, concierto: Porretas, Matando Gratix, The Locos… Todo muy lógico, que un día de luto por el asesinato de los compañeros de Chicago se convierta en una fiesta. Todo el mundo a ver a los Porretas o a Los Locos ¿Que queremos transmitir? Que la gente se afilie a un sindicato que le da más importancia que al mitin o al discurso al concierto de los Porretas en un día emblemático como el Uno de Mayo es poco probable. Difícil de confiar tu futuro laboral y tu salario a un sindicato porreta. Mejor se van a los sindicatos amarillos CCOO-UGT que llevan ropa normal y parecen gente seria. ¿Que hace falta dinero para los sindicatos y otras organizaciones? Sí, pero no todo vale.
La formación en completamente necesaria, el teléfono descacharrado de los mensajes distorsionados no funciona jamás, es más, nos ha perjudicado de una manera que será muy difícil darle la vuelta. Tenemos una historia mucho más antigua y rica que la de los años del punk. No es real asumir que alguien se puede formar políticamente escuchando canciones, por supuesto que algunas nos pueden ayudar a tener algunas referencias, pero nos tocará informarnos más para poder organizar algo real. Corear canciones borracho en un concierto no es algo revolucionario. No critico los conciertos ni los que acuden a ellos, simplemente digo que no son actos o eventos políticos. Este tipo de ocio que se vende como algo alternativo, en realidad está completamente alineado al pensamiento capitalista, pues muchos de los que descargan su rabia en los conciertos lo hacen a través del alcohol, la cocaína y otras drogas. El lunes vuelven a trabajar sin haber cambiado en absoluto su realidad. Trabajan como esclavos asalariados y luego el fin de semana descargan su rabia de una manera poco eficaz para transformar la realidad, haciéndose adictos e inmersos en bucles de producción, drogadicción y depresión.
Estamos cansados de ver fotomontajes de Durruti, Goldmann, Malatesta, Kropotkin, Bakunin… con cresta o vestimenta punk. ¿Por qué se hacen esas cosas? A nuestro entender, la mezcla de ambos conceptos ha sido uno de los errores históricos más grandes del movimiento anarquista en las últimas décadas.
Romper con la guetificación y la estética oscura es necesario para el resurgir del movimiento, es muy importante crear ambientes para todos los públicos, que cuando alguien interesado en el movimiento se acerque no se encuentre un gueto. Si queremos hacer política y un movimiento fuerte debemos dejar atrás este tipo de conductas y sobre todo aprender a diferenciar el punk, las modas y el anarquismo.
Lur Askea
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