Tierra y libertad, enunciado de dos palabras que comunica, en por lo menos toda sociedad de Occidente (Europa) y de Ultra occidente (América), una voz de reivindicación, de requerimiento y de protesta.
Los objetos designados con esas dos palabras son horizontales y básicos. Son fundamento para una vida humana digna y, por tanto, su enunciación aparece asociada siempre a individuos y colectivos que están legítimamente, diremos, autorizados a pronunciar esa exigencia: ¡Tierra y libertad!
Y ¿qué tipo de sujeto (individual o colectivo) estaría habilitado legítimamente a reclamar tierra y libertad, si no aquellos que, de múltiples maneras, pero siempre abusos mediante han sido despojados de esos bienes fundamentales y comunes?
La consigna “Tierra y libertad” apareció en la Rusia del siglo XIX, bajo la autocracia de los Romanov, como el nombre de un grupo de acción de vocación subversiva: Zemlya i Volya (escribiendo en caracteres latinos el sonido de las palabras en ruso) “Tierra y libertad”. El grupo emerge a la acción entre 1861 y 1862. A la sazón, el Imperio ruso consiste en una monarquía absoluta en la que el zar o la zarina concentran todo el poder, diríamos, incurriendo en anacronismo, reúne en su persona el ejecutivo, el legislativo y el judicial. La nobleza aristocrática cubría los cargos militares y las tareas administrativas. Estaba también el estamento de la Iglesia ortodoxa, y el resto de la sociedad lo componía una inmensa población de servidumbre. En pocas palabras, una sociedad de estructura feudal.
El poder omnímodo de los zares había enfrentado un primer desafío en la rebelión de los decembristas, llamada así porque un grupo de oficiales del Ejército con una parte de la tropa se rebelaron en diciembre de 1825. Fueron reprimidos por el nuevo zar, Nicolás I (“el gendarme de Europa” o “Nicolás el apaleador”). En el 1849 fueron detenidos y condenados, algunos a muerte, 39 integrantes del círculo crítico de Petrashevski (por cierto, uno entre aquellos fue el escritor Fiódor Dostoyevski).
En 1855 murió “el gendarme de Europa”, iniciando su reinado Alejandro II, quien comenzó por derogar las leyes que impedían viajar fuera de Rusia si no era con el consentimiento del zar, así como la restricción de realizar estudios fuera del país. De modo que, si la aristocracia y la nobleza se veían así restringidas en sus posibilidades de desplazamientos fuera de Rusia, podemos hacernos una idea de las tristes condiciones además de la pobreza material, en las que vivían los campesinos y los veintitrés millones de siervos imperiales.
En la década de los 1860 proliferarían los círculos y grupos revolucionarios. Ese mismo año Nikolái Chernishevski en San Petersburgo, y Aleksandr Herzen con Nikolái Ogariov en el extranjero trabajaron con ahínco y formaron una organización que, un año más tarde tomó el nombre de Tierra y Libertad. Nombre que comenzaría a aparecer con frecuencia en las columnas de la revista Kolokol (La Campana), que Herzen y Ogariov habían comenzado a editar en Inglaterra desde 1857.
En los primeros meses de 1863 Tierra y Libertad distribuyó subrepticiamente en Rusia su portavoz Libertad, y en marzo del mismo año La Campana publicaba la siguiente nota que recogemos de un libro de Lorena Paz Paredes, quien a su vez la recogió en E. H. Carr:
“Sabemos de fuente fidedigna que diversos grupos de la capital y las provincias se han unido y han constituido con delegados oficiales, una sola sociedad […] Esta sociedad ha tomado el nombre de TIERRA Y LIBERTAD. ¡En la fuerza de este nombre se realizará la conquista! ¡Tierra y libertad!, estas palabras tienen un sonido familiar para nosotros. Con ellas hicimos nuestra primera aparición en los tenebrosos días del reinado de Nicolás, con ellas saludamos al próximo amanecer de los días venideros. Tierra y libertad fue estampado en nuestra bandera aquí en el extranjero y en todo cuanto ha salido de nuestras prensas en Londres […] ¡Hermanos de una senda común, os saludamos! […] con nuestra sagrada bandera estáis llamados a servir la causa del pueblo ruso” [Lorena Paz Paredes. Tierra y libertad. Populismo y marxismo en las revueltas campesinas rusas de los siglos XIX y XX, Universidad Autónoma Metropolitana/Xochimilco, México 2013.]
En otra proclama la sociedad Tierra y libertad reivindicaba el derecho a la revolución, y exigían al zar que convocara de inmediato a un Zemski Sobor –Asamblea Constituyente- a fin de establecer una Constitución para sustentar a una sociedad libre. En caso de que su reclamo cayese en oídos sordos, decían, una insurrección campesina incendiaría el país.
Con Sermo-Solovievich del grupo Tierra y libertad contactó Bakunin desde Inglaterra, cuando llegó ahí después de su fuga de Siberia. Entre 1863 y 1866 miembros y aún cabecillas de la sociedad clandestina, incluido el propio Sermo-Solovievich dieron con sus huesos en lúgubres cárceles de Rusia, sólo los más hábiles consiguieron evadir la prisión huyendo al exilio en el extranjero.
Consigna también Lorena Paz Paredes (2013) que en 1877 renació Zemlyá i Volya con un espíritu más radical que en los años 60, pero las condiciones de represión y aislamiento le condicionaron a una corta vida, y en 1878 se escindió en dos grupos: “Reparto negro” y “Voluntad del pueblo”.
De esos afanes y esas luchas fue que un grupo de anarquistas editaron durante un año, desde1888, en España un periódico quincenal con el nombre de Tierra y Libertad. Reapareció en 1900 y será suprimido como toda la prensa libertaria, por la dictadura de Primo de Rivera en 1923. En 1930 aparece el Tierra y libertad como semanario editado por la Federación Anarquista Ibérica, durante los años de la revolución 1936 a 1939 se edita como diario y con el triunfo del fascismo golpista tuvo que pasar a la clandestinidad publicándose cuando se podía.
En 1944 en México, un grupo de anarquistas españoles exiliados comenzaron a editarlo y se mantuvieron en la tarea hasta 1988. Al final, sus esfuerzos consiguieron publicar más de cuatro centenares de números del Tierra y Libertad en su edición mexicana.
Pero el apotegma de ¡Tierra y libertad! había aparecido en los primeros años del siglo XX, en 1907 para ser precisos, en las publicaciones del grupo de anarquistas mexicanos que navegaban su travesía (por razones tácticas) en el buque insignia del peculiar PLM (Partido Liberal Mexicano, que no proponía listas de candidatos porque no buscaba participar en elecciones). El contacto con ellos lo tuvieron Pedro Esteve y Jaime Vidal cuando el núcleo de la Junta organizadora del PLM ya estaba en el forzoso exilio estadounidense a que los condenó el régimen del dictador Porfirio Díaz.
Sería también del grupo de Ricardo Flores Magón de donde “Tierra y libertad” como lema, pasaría al comandante en jefe del Ejército Libertador del Sur General Emiliano Zapata Salazar durante la Revolución mexicana. Según J. Womack, sería a través de miembros de la Casa del Obrero Mundial que la consigna habría llegado a las filas del Zapatismo. Y finalmente, este grito de combate “Tierra y libertad”, Lu’un etel Almehenil en maya, lo retomó Felipe Carrillo Puerto, quien había estado combatiendo en las filas de Zapata durante un tiempo; como lema también del Partido Socialista del Sureste, en el México de años revolucionarios, entre 1913 y 1915.
En 1916, al salir de su sexto encarcelamiento (el tercero en prisiones estadounidenses) Ricardo Flores Magón escribe e incluso estrena el 30 de diciembre en el T.M.A. de los Angeles Cal., la obra de teatro “Tierra y Libertad”. El drama tendría varias representaciones durante 1917 en Los Angeles y en Arizona, llegando a registrar un éxito total. Sería hasta finales de 1917 que por primera vez se representó en territorio mexicano, en Matamoros Tamaulipas.
Y en 1977, tras la muerte del dictador en España, los grupos de la Federación Anarquista Ibérica reiniciaron la edición mensual de Tierra y Libertad, periódico decano de la prensa libertaria en lengua castellana, y uno de los más antiguos del mundo.
Gregoriux.
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